Investigación busca generar fertilizantes inteligentes que nutran cultivos y capturen carbono marcela-calabi
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UFRO: Fondecyt Regular impulsa fertilización inteligente para mitigar el cambio climático y mejorar suelos agrícolas

Un innovador proyecto Fondecyt Regular, liderado por la Dra. Marcela Calabi Floody, directora del Laboratorio de Nanobiotecnología Aplicada y encargada de Transferencia Tecnológica de Bioren, de la Universidad de La Frontera (UFRO), busca desarrollar una nueva generación de fertilización inteligente orientada tanto a la nutrición vegetal como a la mitigación del cambio climático, promoviendo los suelos agrícolas como sumideros de carbono.

El equipo de investigación está conformado por especialistas de distintas disciplinas e instituciones, entre ellos el Dr. Jorge Medina, de la Universidad de O’Higgins, experto en estabilización de residuos en suelo, y el vulcanólogo Daniel Basulto, responsable de la identificación de sitios de muestreo volcánicos, además de otros investigadores e investigadoras con amplia trayectoria en ciencias ambientales e investigación científica aplicada.

Fertilización inteligente con enfoque en agricultura sustentable

La Dra. Calabi explicó que la investigación se centra en el desarrollo de fertilizantes inteligentes con efecto dual o multifuncional, capaces de nutrir a las plantas y, al mismo tiempo, contribuir a la captura de carbono orgánico en el suelo, fortaleciendo la agricultura sustentable y la resiliencia de los sistemas productivos frente al cambio climático.

“Este enfoque se sustenta en tres ejes fundamentales: seguridad alimentaria, economía circular y cambio climático. Nuestra propuesta representa un cambio de paradigma en la innovación tecnológica en fertilización, al integrar materiales transportadores ricos en carbono derivados de residuos agrícolas”, señaló la investigadora.

Según detalló, estos materiales cumplen una doble función: actúan como sistemas de suministro de nutrientes y favorecen la estabilización del carbono orgánico del suelo (SOC), mejorando de manera directa la salud del suelo agrícola.

Objetivos científicos y proyección tecnológica

El proyecto, con una duración de cuatro años, tiene como objetivo la identificación de nuevos consorcios microbianosque optimicen la disponibilidad de nitrógeno y la captura de carbono orgánico en el suelo (SOC); el desarrollo de biofertilizantes inteligentes con liberación controlada de nutrientes y beneficios comprobados para la salud del suelo; y la generación de evidencia científica sobre el potencial de los suelos agrícolas como sumideros de carbono.

Asimismo, la iniciativa contempla la proyección de innovaciones patentables en tecnología de fertilizantes, el fortalecimiento de la transferencia tecnológica y la publicación de resultados científicos de alto impacto, contribuyendo al desarrollo de una investigación científica aplicada con impacto nacional e internacional.

Innovación en dos frentes con nanobiotecnología aplicada

La metodología del proyecto combina microbiología, nanotecnología y ciencia del suelo, integrando herramientas de nanobiotecnología aplicada para el desarrollo de bio-nanocompuestos mediante dos estrategias complementarias: la vía verde y la vía nano.

En la vía verde, el equipo aislará y caracterizará consorcios microbianos provenientes de ambientes extremos, específicamente de escoriales de lava de volcanes andinos. “Estos microorganismos cumplen un rol clave en la formación del suelo y poseen la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico, transformándolo en una forma disponible para las plantas, lo que permite una fertilización más limpia y reduce los impactos de los fertilizantes nitrogenados convencionales”, explicó la Dra. Calabi.

La vía nano, en tanto, se orienta al desarrollo de bio-nanocompuestos basados en nano-urea-hidroxiapatita (nHAP-urea). Estas nanopartículas, que contienen fósforo, calcio y nitrógeno, permiten una liberación controlada de nutrientes, aumentando la eficiencia del fertilizante y evitando la sobrefertilización de los suelos agrícolas.

Asimismo, el proyecto incorpora el uso de sustrato de champiñón, un hongo que actúa como probiótico vegetal, mejorando la resiliencia de las plantas frente a estreses abióticos, como el aumento de temperatura y las concentraciones de CO₂, al modular las interacciones planta–suelo–microbioma, informaron desde el sitio web de la UFRO .

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